María de la Paz Pérez Calvo

Escritora y psicóloga argentina. Su obra literaria incluye poemas y cuentos para adultos y niños publicados en diversas antologías, novelas y la saga de literatura fantástica Martín el Guardián. Esta saga comienza a ser publicada en el año 2007 por la editorial mendocina Zeta Editores; su primer título es La aventura comienza en Sumer.

DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTILY JUVENIL

Se conmemora en recordación del nacimiento de Hans Christian Andersen el 2 de abril de 1085, en la ciudad de Odense, Dinamarca, autor de muchos de los cuentos que aun hoy siguen dejando huella en la infancia a través de los libros, de versiones cinematográficas o, más cerca de nosotros, a través de video juegos. Son títulos que resuenan en todos nosotros: “El soldadito de plomo”, “El sastrecillo valiente”, “La reina de las nieves”, “Pulgarcita”, “El patito feo”, “La sirenita”.
Los llamados “cuentos de hadas” o “cuentos para niños” tienen una trayectoria muy interesante en los siglos XVIII y XIX. Se inicia en Francia con Charles Perrault que toma narraciones populares y las reelabora con criterios de los tiempos que le tocó vivir. Algunos años más tarde, ya iniciado el siglo XIX los hermanos Joachim y Wilhelm Grimm, alemanes, abogados, filólogos, autores de un diccionario de la lengua alemana, viajan por Alemania buscando cuentos populares, los recopilan y los reproducen respetando la frescura y la espontaneidad del relato oral.
De allí, de esa rica tradición, viene Hans Christian Andersen a quien se celebra el Día Internacional  del Libro Infantil y Juvenil.
Y a propósito, vamos a tener ahora la opinión y la recomendación de una especialista en este tema. Se trata de nuestra invitada, la Dra. María de la Paz Pérez Calvo, psicóloga y diplomada en Literatura Infantil y Juvenil, autora de una novela corta y muy divertida titulada “¡Socorro mamamomia!”; una novela de ciencia ficción para adolescentes “Como pez en el agua”; otra para jóvenes, “La larga calle del barrio” y una saga de cinco libros titulada “Martin el Guardián”. Bienvenida, María de la Paz, te escuchamos.


Los libros de María de la Paz Pérez  Calvo pueden encontrarse a través de las redes Facebook e Instagram

Espacio de LECTURA RECOMENDADA en el programa radial AIRE FRESCO.

Renné Ferrer

Reneé Ferrer de Arréllaga

Renée Ferrer nació el 19 de mayo de 1944, en Asunción, Paraguay.
Una de las escritoras más representativas de la literatura paraguaya.

Obras: Los nudos del silencio, La Seca y otros cuentos, Cascarita de nuez…

Género: Poesía, cuentos, novela…

Premios: Premio Nacional de Literatura (2011), Premio Municipal de Literatura (2010)…

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Albalucía Ángel

Albalucía Ángel, una escritora silenciada

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Lectura recomendada: Louise Bennett-Coverley

Louise Bennett-Coverley nació el 7 de septiembre de 1919. Fue una poeta y activista jamaicana.  Louise Bennett sigue siendo un nombre familiar en Jamaica, una «leyenda viviente» y un ícono cultural.

Fue descrita como la principal comediante de Jamaica, como la «única poeta que realmente ha llegado a la verdad sobre su sociedad a través de su propio lenguaje. A través de sus poemas en patois jamaiquino, elevó el dialecto del folclore de su tierra a nivel artístico.

En sus poemas fue capaz de capturar toda la espontaneidad de las alegrías y tristezas de los jamaicanos, su ingenio , conmovedor e incluso perverso, su religión y su filosofía de vida. Su primer poema en dialecto lo escribió cuando tenía catorce años. Posteriormente continuó su educación en Gran Bretaña y pasó los últimos años de su vida en Toronto, Canadá.

En Jamaica, enseñó teatro a grupos de jóvenes y adultos tanto en agencias de bienestar social como en el Departamento Extra Mural de la Universidad de las Indias Occidentales. Dio numerosas conferencias en los Estados Unidos y el Reino Unido sobre el folclore y la música de Jamaica y representó a Jamaica en todo el mundo.

 Su contribución a la vida cultural jamaicana fue tal que fue honrada con numerosas distinciones, entre ellas, el doctorado Honoris Causa en Letras por la Universidad de Toronto (Canada y otro por la Universidad de las Indias Occidentales (Jamaica)el MBE, el Premio Norman Manley a la Excelencia (en el campo de las Artes), la Orden de Jamaica (1974) y las Medallas de Plata y Oro Musgrave del Instituto de Jamaica por eminencia distinguida en el campo de las Artes y la Cultura. El Gobierno de Jamaica también la nombró Embajadora Cultural Extraordinaria para Jamaica. En2001, Bennett-Coverley fue nombrada miembro de la Orden del Mérito por su distinguida contribución al desarrollo de las artes y la cultura.

Fuente: https://jis.gov.jm/information/famous-jamaicans/louise-bennett-coverley/

Soledad Altamirano Murillo

Soledad Altamirano Murillo

(1962, Lejamaní, Comayagua, Honduras) es una escritora, poeta y profesora hondureña.

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Grace Nichols (Guyana)

Grace Nichols  nació en Georgetown, Guyana, en 1950 y creció en una pequeña aldea en la costa guyanesa. Se trasladó a la ciudad con su familia cuando tenía 8 años, una experiencia central para su primera novela Whole of a Morning Sky, 1986, ambientada en los 60’s en Guyana, en medio de la lucha del país por su independencia. Trabajó como profesora y periodista y como parte de un Diploma en Comunicaciones de la Universidad de Guyana, pasó tiempo en algunos de las más remotas áreas de Guyana, un periodo que influenció su escritura e inició un fuerte interés en los cuentos folclóricos guyaneses, mitos amerindios y las civilizaciones precolombinas como la azteca y la inca. Tiene una vasta producción literaria escrita en inglés.

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Annie Ernaux

Fragmento de la novela “La vergüenza” de Annie Ernaux. Tusquets Editores, S.A., Barcelona, 2020.

Mi padre intentó matar a mi madre un domingo de junio. Fue a primera hora de la tarde. Yo había ido como de costumbre a misa de doce menos cuarto y después a comprar unos dulces a la pastelería del centro comercial de la ciudad, un conjunto de edificios provisionales construidos después de la guerra. Cuando volví, me quité la ropa de domingo y me puse un vestido de estar por casa. Después de que los clientes se marcharan y de que echáramos el cierre del colmado, empezamos a comer. Seguramente teníamos la radio encendida, pues a esa hora emitían Le tribunal, un programa de humor en el que Ives Deniaud interpretaba el papel de un pequeño delincuente al que un juez de voz temblorosa acusaba una y otra vez de haber cometido unas fechorías absurdas y le condenaba a penas ridículas. Mi madre, que estaba de muy mal humor, no dejó de discutir con mi padre durante toda la comida. Una vez que hubo recogido la vajilla y pasado la bayeta por el mantel de hule, continuó dirigiendo reproches a mi padre, sin dejar, como siempre que estaba contrariada, de dar vueltas por la minúscula cocina, encajonada entre el café, el colmado y la escalera que conducía al piso de arriba. Mi padre permanecía sentado, sin responder, con la cabeza vuelta hacia la ventana.

Boletín informativo – octubre 2022

Matilde Elena López

Matilde Elena López. Poetisa, narradora, ensayista, dramaturgo y profesora universitaria salvadoreña, autora de una variada y amena producción literaria; por la extensión y hondura de sus saberes humanísticos está considerada como una de las figuras más destacadas entre la intelectualidad centroamericana del siglo XX.

Fuente: https://www.ecured.cu/Matilde_Elena_López

Simplemente nosotros

      Cuando la huella            

      De tu pie                  

      Cubra la mía                

      Y nuestros pasos            

      Sigan el mismo              

      Sendero.                    

      Cuando la brisa            

      De la noche                

      Nos envuelva                

      En una sola                

      Gasa.                      

      Será hermoso ver            

      Cómo tu sombra              

      Protege                    

      Mi pequeña sombra.          

      Entonces llegarán          

      Las olas del tiempo        

      Que habremos resistido      

      Como un trigo en el peso    

      De la misma espiga…        

      Y ya no seremos            

      Tú y yo                    

      Sino sólo                  

      Nosotros…                  

      Simplemente:           

Nosotros…   

http://www.poemaspoetas.com/matilde-elena-lopez/simplemente-nosotros

Carmen Lyra

Carmen Lyra, seudónimo de María Isabel Carvajal Quesada fue una escritora, pedagoga y política costarricense. Es considerada una de las escritoras más entrañables y significativas de la literatura costarricense. Se la ha señalado como la fundadora de la narrativa de tendencia realista en Costa Rica. Wikipedia

La suegra del diablo. Cuento

Había una vez una viuda de buen pasar, que tenía una hija. La muchacha era hermosa y la madre quería casarla con un hombre bien rico. Se presentaron algunos pretendientes, todos hombres honrados, trabajadores y acomodados, pero la viuda los despedía con su música a otra parte porque no eran riquísimos.
Una tarde se asomó la muchacha a la ventana, bien compuesta y de pelo suelto. (Por cierto que el pelo le llegaba a las corvas y lo tenía muy arrepentido.) No hacía mucho rato que estaba allí, cuando pasó un señor a caballo. Era un hombre muy galán, muy bien vestido, con un sombrero de pita finísimo, moreno, de ojos negros y unos grandes bigotes con las puntas para arriba. El caballo era un hermoso animal con los cascos de plata y los arneses de oro y plata. Saludó con una gran reverencia a la niña, y le echó un perico. La niña advirtió que el caballero tenía todos los dientes de oro. El caballo al pasar se volvió una pura pirueta. Desde la esquina, el jinete volvió a saludar a la muchacha, que se metió corriendo a contar a su madre lo ocurrido.

A la tarde siguiente, madre e hija bien alicoreadas, se situaron en la ventana. Volvió a pasar el caballero en otro caballo negro, más negro que un pecado mortal, con los cascos de oro, frenos de oro, riendas de seda y oro y la montura sembrada de clavitos de oro. La viuda advirtió que en la pechera, en la cadena del reloj y en el dedito chiquito de la mano izquierda, le chispeaban brillantes. Se convenció de que era cierto que tenía toda la dentadura de oro. Las dos mujeres se volvieron una miel para contestar el saludo del caballero.

Al día siguiente, desde buena tarde, estaban a la ventana, vestidas con las ropas de coger misa, volando ojo para la esquina. Al cabo de un rato, apareció el desconocido en un caballo que tenía la piel tan negra como si la hubieran cortado en una noche de octubre; las herraduras eran de oro y los arneses de oro, sembrados de rubíes, brillantes y esmeraldas.

Las dos se quedaron en el otro mundo cuando lo vieron detenerse ante ellas y desmontar.

Las saludó con grandes ceremonias. Lo mandaron pasar adelante, y la vieja que era muy saca la jícara cuando le convenía, llamó al concertado para que cuidara del caballo.

El desconocido dijo que se llamaba don Fulano de Tal, presentó recomendaciones de grandes personas, habló de sus riquezas, las invitó a visitar sus fincas y por último, pidió a la niña por esposa. No había terminado de hacer la propuesta, cuando ya estaba la madre contestándole que con mucho gusto y llamándolo hijo mío.

Desde ese día las dos mujeres se volvieron turumba; cada día visitaban una finca del caballero, cada noche bailes y cenas; no volvieron a caminar a pie, solo en coche, y regalos van y regalos vienen.

Por fin llegó el día de la boda. El caballero no quiso que fuera en la iglesia sino en la casa y nadie se fijó en que al entrar el padre el novio tuvo intenciones de salir corriendo.

Los recién casados se fueron a vivir a otra ciudad en donde el marido tenía sus negocios.

Desde el primer día que estuvieron solos, el marido dijo a la esposa a la hora del almuerzo que él sabía hacer pruebas que dejaban a todo el mundo con la boca abierta y que las iba a repetir para entretenerla; y diciendo y haciendo se puso a caminar por las paredes y cielos con la facilidad de una mosca; se hacía del tamaño de una hormiga, se metía dentro de las botellas vacías y desde allí hacía morisquetas a su mujer; luego salía y su cuerpo se estiraba para alcanzar el techo. Y esto se repetía todos los días al almuerzo y a la comida. En una ocasión vino la viuda a ver a su hija y esta le contó las gracias de su marido. Cuando se sentaron a la mesa, la suegra pidió a su yerno que hiciera las pruebas de que le había hablado su hija. Este no se hizo de rogar y comenzó a pasearse por el cielo y paredes y a repetir cuantas curiosidades sabía hacer. La vieja se quedó con el credo en la boca y desde aquel momento no las tuvo todas consigo.

A los pocos días volvió a hacer otra visita a sus hijos, trajo consigo una botijuela de hierro, con una tapadera que pesaba una barbaridad. A la hora del almuerzo rogó a su yerno que las divirtiera con sus maromas. Después que este se dio gusto con sus paseos boca abajo por el techo, le preguntó la tobijuela y le dijo.

-¿Apostemos a que aquí no entra Ud?

El otro de un brinco se tiró de arriba y se metió en la botijuela como Pedro por su casa.

La suegra hizo señas a unos hombres que tenía listos con la tapadera, tras una cortina, y estos se precipitaron y taparon la botijuela. El yerno se puso a dar gritos desaforados y a hacer esfuerzos por salir. La esposa quiso intervenir para que le abrieran, pero la madre le dijo:

-¿Pues no ves que es el mismo Pisuicas? Desde la otra vez que estuve, eché de ver que tu marido no era como todos los cristianos. Le consulté a un sacerdote, quien me acabó de convencer de que mi yerno no era sino el Malo. Dale infinitas gracias a Nuestro Señor de que a mí se me ocurriera este medio de salir de él.

Luego se fue en persona para la montaña, seguida de los hombres que cargaban la botijuela. Se hizo un hoyo profundo y allí dejó enterrada la botijuela con su yerno dentro. Este se quedó bramando de rabia y diciendo pestes contra su suegra.

En efecto, aquel era el Diablo y desde el día en que la vieja lo enterró, nadie volvió a cometer un pecado mortal, solo pecados veniales, aconsejados por los diablillos chiquillos. Y toda la gente parecía muy buena, pero solo Dios sabía cómo andaba el frijol.

Pasaron los años y pasaron los años en aquella bienaventuranza, y el pobre Pisuicas enterrado, inventando a cada minuto una mala palabra contra su suegra. Un día pasó por aquel lugar un podre leñador que tenía por único bien una marimba de chiquillos, y tan arrancado que no tenía segundos calzones que ponerse. Le pareció oír bajo sus pies algo así como retumbos; se detuvo y puso el oído. Una voz que salía de muy adentro decía:

-¡Quien quiera que seas, sácame de aquí…!

El hombre se puso a cavar en el sitio de donde salía la voz. Al cabo de unas cuantas horas de trabajar, dio con la botijuela. De ella salía la voz que ahora decía:

-Hombre, sácame de aquí y te tiene cuenta.

Él preguntó:

-¿Qué persona, por más pequeña que sea, puede caber dentro de esta botijuela?

El que estaba en ella contestó:

-Sácame y verás. Soy alguien que puede hacerte inmensamente rico.

Esto era encontrarse con la Tentación y el pobre al oír lo de las riquezas, hizo un esfuerzo tan grande que levantó solo la tapadera. Cierto es que por dentro el Diablo empujaba a su vez con todas sus fuerzas. La tapadera saltó, con tal ímpetu, que desapareció en los aires; el Demonio salió envuelto en llamas y la montaña se llenó de un humo hediondo a azufre. El pobre leñador cayó al suelo más muerto que vivo. Cuando fue volviendo en sí, se le acercó el Diablo y le contó la historia de su entierro.

-Para pagarte tu favor -le dijo- nos vamos a ir a la ciudad. Yo me voy a ir metiendo en diferentes personas, de las más ricas y sonadas, para que se pongan locas. Vos aparecerás en la ciudad como médico y ofrecerás curarlas. No tenés más que acercarte al oído del enfermo y decirme: “Yo soy el que te sacó de la botijuela”, y al punto saldré del cuerpo. Eso sí, cuando te acerqués y yo te diga que no, es mejor que no insistás porque será inútil. Ya te lo advierto.

Y así fue. Partieron para la ciudad, el leñador se hizo anunciar como médico y a los pocos días cátate que un gran conde se puso más loco que la misma locura. Lo vieron los más famosos médicos del reino, y nada. De pronto se puso que un médico recién llegado ofrecía devolverle la salud. Llegó donde el enfermo y para disimular, se puso a darle cada hora una cucharada de lo que traía en una botella y que no era otra cosa que agua del tubo con anilina. A las tres cucharadas se acercó al oído del conde y dijo:

-Soy el que te sacó de la botijuela.

Inmediatamente salió el Diablo y el conde quedó como si tal enfermedad no hubiera tenido. Toda la familia estaba agradecidísima, no hallaban dónde poner al médico y lo dejaron bien pistudo.

Siguieron presentándose casos de locura de diferentes aspectos y casi todos eran en el duque don Fulano de Tal, en la duquesa doña Mengana, en el marqués don Perencejo. Y todos fueron curados por el médico, que ya no tenía donde guardar el oro que ganaba. Por fin se puso mala la reina y ¡el señor me dé paciencia! Aquello sí que fue el juicio. La reina no tenía sosiego un minuto y ya el rey iba a coger el cielo con las manos y últimamente tuvieron que amarrarla porque ya no se aguantaba. Aconsejaron al rey que llamara al famoso médico y cuando llegó, le ofreció hacerlo su médico de cabecera y darle muchas riquezas si sanaba a su esposa. El otro, por rajón, le contestó que ya podía hacerse de cuentas de que la reina estaba curada y que si no sucedía así, le cortara la cabeza.

Se acercó con su botella de agua y le dio las tres cucharadas. A la tercera le dijo al oído de la enferma:

-Soy yo, el que te sacó de la botijuela.

El diablo respondió:

-¡No!

Al oír esto, el hombre se achucuyó. ¿Y ahora qué iba a hacer? Se acercó otra vez al oído de la enferma a suplicarle:

-¡Salí por lo que más querrás! ¡Mirá que si no acaban conmigo! Por vida tuyita…

Pero de nada le servían las súplicas: el otro seguía emperrado en que no y en que no.

Estaba, por lo que se veía, muy a gusto entre los sesos de la reina.

Pidió al rey tres días de término y entre tanto, no hizo otra cosa que suplicar al Diablo que saliera, dar cucharadas de agua con anilina a la pobre reina y sobarse las manos. Cuando estaba para terminarse el plazo, se le ocurrió una idea: pidió al rey que hiciera traer la banda, que comprara triquitraques y cohetes, que a cada persona del palacio le diera una lata o algún trasto de cobre y la armara de un palo y que a una señal suya, la banda rompiera con una tocata bien parrandera, todos gritaran y golpearan en sus latas y se diera fuego a la pólvora.

Y así se hizo. En este momento se acercó el leñador al oído de la reina y suplicó al Diablo:

-¡Salí por vida tuyita…!

En vez de contestar, el Diablo preguntó:

-Hombre, ¿qué es ese alboroto?

El otro respondió:

-Aguardate, voy a ver qué es.

Inmediatamente volvió y dijo:

-¡Que Dios te ayude! Es tu suegra que ha averiguado que estás aquí y ha venido con la botijuela para meterte en ella de nuevo.

-¿Quién le iría con la cavilosada a la vieja de mi suegra? -dijo el Diablo.

¿Y patas para qué las quiero? Salió corriendo y no paró sino en el infierno. La reina se puso buena y el leñador, que ya era don Fulano y muy rico, mandó por su mujer y su chapulinada y todos fueron a vivir a un palacio, regalo del rey. Desde entonces la pasaron muy a gusto.

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