¿Qué es el cáncer?

Más de un tercio de los casos de cáncer se puede prevenir. Otro tercio se puede curar si se detecta en forma temprana y se trata adecuadamente.

Al implementar estrategias con recursos apropiados para la prevención, la detección temprana y el tratamiento, podemos salvar millones de vidas por año.

Hoy en día, sabemos mucho más sobre el cáncer que antes.

Gracias a las inversiones en investigaciones e innovaciones, hemos sido testigos de hallazgos extraordinarios en las áreas de medicina, diagnóstico y conocimientos científicos.

Cuanto más sabemos, más progreso podemos lograr en la reducción de los factores de riesgo, el aumento de la prevención y la mejora del diagnóstico, la prevención, el tratamiento y el cuidado del cáncer.

En los últimos años, las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y otros organismos de las Naciones Unidas reconocieron la necesidad urgente de un compromiso mundial.

Cuando los líderes hablan y actúan, nos damos una oportunidad de hacer historia y movernos hacia un mundo sin cáncer.

Actualmente, más de la mitad (65 %) de las muertes por cáncer suceden en las partes del mundo menos desarrolladas. Incluso si vive en un país de altos ingresos, hay desigualdad entre las comunidades de menores ingresos, indígenas, inmigrantes, refugiados y rurales.

El acceso igualitario a la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y el cuidado del cáncer puede salvar vidas.

Al aumentar la alfabetización pública y política, así como el entendimiento del cáncer, reducimos el miedo, aumentamos la comprensión, destruimos mitos y conceptos erróneos y cambiamos comportamientos y actitudes.

¿Qué es el cáncer?

El cáncer es una enfermedad que se presenta cuando los cambios que se producen en un grupo de células normales del organismo generan un crecimiento anómalo e incontrolado que da lugar a un bulto llamado tumor; esto ocurre con todos los cánceres, a excepción de la leucemia (cáncer de la sangre).

Si no se tratan, los tumores pueden crecer y diseminarse por el tejido normal circundante o a otras partes del organismo a través de la corriente sanguínea y del sistema linfático y pueden afectar al aparato digestivo, al sistema nervioso y al aparato circulatorio, o liberar hormonas que tal vez afecten a las funciones del organismo.

Los tumores pueden ser benignos o malignos.

Los tumores benignos no son cancerosos y rara vez suponen una amenaza vital. Suelen crecer con bastante lentitud, no se propagan a otras partes del organismo y en general están constituidos por células bastante similares a las células normales o sanas. Solo suponen un problema si crecen hasta alcanzar un tamaño muy grande, generan incomodidad o presionan otros órganos; por ejemplo, un tumor cerebral dentro del cráneo.

Los tumores malignos crecen más rápido que los benignos y tienen la capacidad de diseminarse y destruir los tejidos vecinos. Las células de los tumores malignos pueden desprenderse del tumor principal (primario) y extenderse a otras partes del organismo mediante un proceso conocido como metástasis. Al invadir el tejido sano en su nueva ubicación, siguen dividiéndose y creciendo. Estos focos secundarios se denominan metástasis y la enfermedad a la que dan lugar recibe el nombre de cáncer metastásico.

Tipos de cáncer

El cáncer se clasifica en función del tipo de célula a partir de la que se origina. Existen cinco tipos principales:

Carcinoma – Cáncer que se origina a partir de las células epiteliales (el revestimiento celular que ayuda a proteger los órganos o que los rodea). Los carcinomas pueden invadir los tejidos y los órganos circundantes y formar metástasis en los ganglios linfáticos y en otras zonas del organismo. Las formas de cáncer más frecuentes dentro de esta categoría son el de pulmón, el de hígado, el colorrectal, el de estómago y el de mama.

Sarcoma – Un tipo de tumor maligno del hueso o de las partes blandas (grasa, músculo, vasos sanguíneos, nervios y otros tejidos conjuntivos que proporcionan sostén a los órganos y los rodean). Las formas más frecuentes de sarcoma son el leiomiosarcoma, el liposarcoma y el osteosarcoma.

Linfoma y mieloma – El linfoma y el mieloma son cánceres que se originan en las células del sistema inmunitario. El linfoma es un cáncer del sistema linfático, que recorre todo el organismo, así que puede aparecer en cualquier parte. El mieloma (o mieloma múltiple) comienza en las células plasmáticas, un tipo de leucocito que produce anticuerpos para ayudar a combatir las infecciones. Se trata de un cáncer que puede afectar a la capacidad de las células para producir anticuerpos con eficacia.

Leucemia – La leucemia es un cáncer de los leucocitos y de la médula ósea, el tejido que forma glóbulos sanguíneos. Existen varios subtipos; los más comunes son la leucemia linfocítica y la leucemia linfocítica crónica. 

Cánceres cerebrales y de la médula espinal – Se conocen como cánceres del sistema nervioso central. Algunos son benignos, pero otros pueden crecer y diseminarse.

Causas 

Los cánceres pueden deberse a múltiples causas y, al igual que en otras enfermedades, la mayor parte de ellos son consecuencia de la exposición a diversos factores causales distintos. Es importante recordar que, aunque algunos factores no pueden modificarse, alrededor de un tercio de los casos de cáncer puede evitarse reduciendo riesgos asociados a la conducta y la alimentación.

Factores de riesgo modificables:

Alcohol – está cada vez más demostrado que todas las bebidas alcohólicas causan diversos cánceres. El alcohol puede aumentar el riesgo de seis tipos de cáncer: de colon (colonrectal), de mama, de boca, de faringe y de laringe (de boca y de garganta), esofágico, de hígado y de estómago. En general, de acuerdo con los datos, el riesgo de padecer muchos cánceres aumenta cuanto mayor sea el consumo de bebidas alcohólicas, e incluso la ingesta moderada de alcohol aumenta el riesgo de cáncer.

Sobrepeso y obesidad –  el exceso de peso se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar 12 tipos diferentes de cáncer, incluidos el colorrectal y el pancreático. En general, cuanto más aumente el peso, en particular en el caso de los adultos, mayor es el riesgo de cáncer.

Alimentación y nutrición según los expertos, la alimentación y la ingesta nutricional, sobre todo en el caso de las dietas con mucha carne roja, carne procesada y alimentos con sal y con poca fruta y verdura, repercuten en el riesgo de cáncer, en particular en el colorrectal, el de nasofaringe y el de estómago.123.

Actividad física – la actividad física habitual no solo ayuda a reducir el exceso de grasa corporal y el riesgo de cáncer asociado, sino que mantenerse activo físicamente puede ayudar a minimizar el riesgo de desarrollar cáncer de colon, de mama y de endometrio.

Tabaco – El humo del tabaco contiene al menos 80 sustancias diferentes que causan cáncer (carcinógenos). Al inhalar el humo, las sustancias químicas entran en los pulmones, acceden a la corriente sanguínea y recorren el organismo. Por eso, fumar o mascar tabaco no solo causa cáncer de pulmón y de boca, sino que también se asocia a muchos otros cánceres. Cuanto más fume una persona, cuanto antes empiece a fumar y cuanto más tiempo siga fumando, más aumenta el riesgo de cáncer. En la actualidad, el consumo de tabaco causa aproximadamente el 22 % de las muertes por cáncer.

Radiación ionizante – Las fuentes de radiación artificiales pueden causar cáncer y suponen un riesgo para los trabajadores. Son el radón, los rayos X, los rayos gamma y otras formas de radiación de alta energía. La exposición prolongada y sin protección a la radiación ultravioleta del sol, las lámparas solares y las camas bronceadoras también puede causar melanoma y neoplasias malignas en la piel. Las personas de piel clara, con muchos lunares o con antecedentes familiares de melanoma o de cáncer de piel distinto del melanoma presentan un riesgo más elevado. Sin embargo, el cáncer de piel puede afectar a personas con cualquier tonalidad de piel, incluso a aquellas personas de piel oscura.

Riesgo en el lugar de trabajo – Algunas personas se arriesgan a exponerse a sustancias carcinógenas debido al trabajo que desempeñan. Por ejemplo, se ha demostrado que la incidencia de cáncer de vejiga entre los trabajadores de la industria de los tintes químicos es superior a la habitual. El amianto es una conocida causa de cáncer relacionada con el lugar de trabajo, en particular de un cáncer llamado mesotelioma, que afecta sobre todo al revestimiento pulmonar.

Infección – Los agentes infecciosos causan aproximadamente 2,2 millones de muertes por cáncer al año. Esto no significa que estos cánceres se contagien como una infección, sino que más bien el virus puede provocar cambios en las células que las vuelvan más susceptibles de convertirse en cancerosas. Alrededor del 70 % de los cánceres de cuello de útero se debe a infecciones por el virus del papiloma humano (VPH) mientras que el cáncer de hígado y el linfoma no hodgkiniano pueden ser consecuencia del virus de la hepatitis B y de la hepatitis C, y los linfomas están relacionados con el virus de Epstein-Bar. Antes no se creía que las infecciones bacterianas fuesen un factor causante de cáncer, pero en estudios más recientes se ha demostrado que las personas con infección de estómago por Helicobacter pylori presentan una inflamación del revestimiento del gástrico, lo que aumenta el riesgo de cáncer de estómago.

Factores de riesgo no modificables:

Edad – La prevalencia de muchos tipos de cáncer aumenta con la edad. Cuantos más años viven las personas, mayores son la exposición a los agentes carcinógenos y el tiempo del que se dispone para que se produzcan cambios o mutaciones genéticas en sus células.

Sustancias que producen cáncer (carcinógenos) –  Son sustancias que modifican el comportamiento de una célula y aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer. Los genes son los mensajes codificados del interior de la célula que le indican cómo comportarse (es decir, qué proteínas fabricar); las mutaciones o las modificaciones del gen, como los daños o las pérdidas, pueden alterar el comportamiento de la célula, de manera que aumenten las probabilidades de que se vuelva cancerosa

Genética – Algunas personas, por desgracia, nacen con un riesgo alto, que se hereda genéticamente, de padecer un cáncer concreto («predisposición genética»). Esto no significa que vayan a desarrollar ese cáncer seguro, pero la predisposición genética aumenta las probabilidades. Por ejemplo, las mujeres con los genes BRCA1 y  BRCA2 del cáncer de mama tienen una mayor predisposición a desarrollar esta forma de cáncer que las mujeres con un riesgo normal de cáncer de mama. Sin embargo, menos del 5 % de todos los casos de cáncer de mama tiene un origen genético conocido.

Por lo tanto, aunque las mujeres con uno de estos genes tienen más probabilidades individuales de desarrollar cáncer de mama, la mayor parte de los casos no se deben a un defecto genético heredado que aumente el riesgo. Esto también se aplica a otros cánceres frecuentes para los que algunas personas tienen predisposición genética, como el cáncer de colon (intestino grueso).

Sistema inmunitario – las personas con el sistema inmunitario debilitado se exponen a un mayor riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer. En este grupo se incluyen las personas que se han sometido a trasplantes de órganos y toman medicación para deprimir su sistema inmunitario y detener el rechazo del trasplante, así como las personas con VIH o sida, o con otras enfermedades que reducen la inmunidad ante las enfermedades.

Signos y síntomas

Como existen tantos tipos de cáncer distintos, los síntomas varían y dependen de la localización de la enfermedad. Sin embargo, hay algunos signos y síntomas clave, por ejemplo:

Bultos o hinchazón anormales – los bultos cancerosos no suelen doler y es posible que aumenten de tamaño a medida que el cáncer avanza.

Tos, falta de aire o problemas para tragar – episodios de tos persistentes, falta de aire o problemas para tragar.

Cambios en el hábito intestinal – como estreñimiento y diarrea, o sangre en las heces.

Sangrado imprevisto – hemorragia vaginal o anal, o sangre en las heces y en la orina o al toser.

Pérdida de peso sin motivo aparente – pérdida no intencionada y sin razón de una gran cantidad de peso en un periodo corto de tiempo (un par de meses).

Fatiga – se muestra en forma de cansancio extremo y una acusada falta de energía. Si la fatiga se debe al cáncer, quienes la padecen también suelen presentar otros síntomas.

Dolor – dolor sin causa aparente o continuo, o dolor que va y viene.

Aparición o modificación de un lunar – se debe prestar atención a los cambios de tamaño, forma o color y ver si al lunar le sale una costra, sangra o supura.

Complicaciones al orinar – necesidad de orinar con urgencia o con más frecuencia, o no poder hacerlo cuando se necesita o sentir dolor al orinar.

Cambios anómalos en las mamas – debe prestarse atención a los cambios de tamaño, forma o tacto, a los cambios de la piel y al dolor.

Pérdida del apetito – sentir menos hambre de lo normal durante un periodo largo de tiempo.

Una llaga o una úlcera que no cicatrizan –como una mancha, una herida ulcerada o una úlcera bucal.

Ardor de estómago o indigestión –ardor de estómago o indigestión persistentes o dolorosos.

Sudores nocturnos intensos – hay que prestar atención a los sudores nocturnos muy intensos, que empapan.

Prevención

Más de un tercio de todos los cánceres puede evitarse reduciendo la exposición a factores de riesgo como el tabaco, la obesidad, la inactividad física, las infecciones, el alcohol, la contaminación ambiental, los carcinógenos asociados con el trabajo y la radiación.

La prevención de determinados tipos de cáncer también puede ser efectiva mediante la vacunación frente al virus de la hepatitis B (VHB) y frente al virus del papiloma humano (VPH), que contribuyen a la protección frente al cáncer de hígado y de cuello uterino, respectivamente.

Detección temprana

Existen muchos exámenes que ayudan a detectar cánceres específicos en forma temprana y pueden ser efectivos en la reducción del riesgo de muerte por la enfermedad.

Los exámenes cuya efectividad ha sido demostrada son los exámenes de cáncer colorrectal, pulmón, mama y cervical.

Consulte a su médico para que le oriente en relación con las recomendaciones nacionales sobre vacunación, pruebas y revisiones, ya que pueden variar y varían en función del país.

Estatificación

La clasificación del cáncer según la extensión anatómica de la enfermedad (es decir, la etapa) es esencial para la atención del paciente, la investigación y el control del cáncer. El sistema de estatificación UICC TNM es el lenguaje más común adoptado por los profesionales oncológicos para comunicarse sobre la extensión del cáncer de cada paciente. Una vez conocida y comprendida la etapa del cáncer, esta a menudo constituye una base para decidir el tratamiento adecuado y el pronóstico individual. También se puede utilizar para informar y evaluar pautas de tratamiento, y constituye información vital para los desarrolladores de pólizas de seguro o para implementar planes e investigación para la prevención y el control del cáncer.

La clasificación TNM se concentra en la extensión anatómica del tumor y se determina mediante la evaluación de las siguientes categorías:

  • T describe el tamaño del tumour principal (primario)
  • N describe si el cáncer se ha esparcido a los nodos linfáticos cercanos
  • M describe si existe metástasis (si el cáncer se ha expandido desde el tumor principal a otra parte del cuerpo)

Abordaje y tratamiento del cáncer 

Su tratamiento depende del tipo de cáncer, de su ubicación, del tamaño, de si se ha extendido o no y de su estado de salud general. Los tratamientos generales son la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia, la hormonoterapia, la inmunoterapia y la terapia génica.

Cirugía

Si un cáncer no ha formado metástasis (se ha diseminado), la intervención quirúrgica puede quitar el cáncer entero, lo que puede curar la enfermedad por completo. Suele resultar eficaz cuando se extirpan la próstata, una mama o un testículo.

Radioterapia

En el tratamiento con radiación o radioterapia se usan rayos de alta energía para reducir un tumor o destruir células cancerosas, como tratamiento autónomo y, en algunas ocasiones, en combinación con otros tratamientos oncológicos.

Quimioterapia 

En la quimioterapia se utilizan sustancias químicas para intervenir en la forma de dividirse de las células —dañando el ADN—, de manera que las células cancerosas se destruyan a sí mismas. Este tipo de tratamientos se dirigen a cualquier célula que se divida con rapidez (no necesariamente solo a las células cancerosas), pero las células sanas suelen recuperarse de los daños causados por sustancias químicas, mientras que las cancerosas no pueden hacerlo. La quimioterapia suele usarse para tratar los cánceres que se han diseminado o han formado metástasis, porque los medicamentos viajan por todo el organismo. Es un tratamiento necesario para algunas formas de leucemia y linfoma.

Inmunoterapia 

En la inmunoterapia se utiliza el sistema inmunitario del propio organismo para combatir el tumor canceroso. Es posible tratar todo el organismo mediante la administración de una sustancia con capacidad para reducir los tumores.

Hormonoterapia 

Varios cánceres, como el de mama y el de próstata, se han relacionado con algunos tipos de hormonas. La hormonoterapia intenta modificar la producción hormonal del organismo, de manera que las células cancerosas dejen de crecer o se destruyan por completo.

Terapia génica

El objetivo de la terapia génica es sustituir genes dañados por otros que sí funcionen para abordar la raíz del cáncer: los daños en el ADN. Otros tratamientos de base génica se centran en dañar más el ADN de las células cancerosas hasta que las células se destruyan a sí mismas. Sin embargo, la terapia génica es nueva y todavía no se ha materializado en ningún tratamiento satisfactorio.

Supervivencia 

La supervivencia se centra en la salud y en los problemas físicos, psicológicos, sociales y económicos que afectan a las personas una vez terminado el tratamiento oncológico primario; se incluye a las personas que ya no padecen la enfermedad cuando terminan el tratamiento, a las que siguen recibiendo tratamiento para reducir el riesgo de reaparición del cáncer y a quienes tienen la enfermedad bajo control con algunos síntomas, que reciben tratamiento para tratar el cáncer como una enfermedad crónica.

Los cuidados del periodo de supervivencia incluyen las cuestiones relacionadas con la atención de seguimiento, la gestión de los efectos secundarios tardíos del tratamiento, la mejora de la calidad de vida y la salud psicológica y emocional. Estos cuidados del periodo de supervivencia también comprenden el futuro tratamiento contra el cáncer, si procede. Los familiares, los amigos y los cuidadores también deben ser considerados parte de la experiencia de supervivencia.

Tratamiento paliativo

El cuidado paliativo está diseñado para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida. También se puede utilizar en cualquier etapa de una enfermedad si existen síntomas que causan molestias, como dolor o náuseas, desde el diagnóstico hasta el final de la vida. 

También se puede utilizar para reducir o controlar los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos. Si el cáncer está muy avanzado, el tratamiento paliativo puede ayudar a algunas personas a vivir más tiempo y a vivir con un mayor grado de bienestar, aunque no puedan curarse.

Fuente: https://www.worldcancerday.org/es