CECILIA GRIERSON (1850-1934) (por Nora martínez)

 

 

Cecilia Grierson

Cecilia Grierson

 

 

Cecilia Grierson fue la segunda mujer que ingresaba no sólo a la Facultad de Medicina, sino a la Universidad.

Hasta donde mi recorrido histórico lo permite, la primer mujer que habría ingresado a la Facultad de Medicina, sería Élida Passos, quien falleció antes de graduarse. A Élida no le habían permitido la inscripción por su condición de mujer y luego de una intervención judicial le permitieron la entrada.

Entonces Cecilia Grierson se convierte en la primer mujer egresada de la Facultad de Medicina. Profesión que elige tras la muerte de su amiga y compañera Amelia kenig. Obtiene su título en 1889. Sabemos que por entonces tampoco era permitido el ingreso de la mujer en la Universidad de Cambridge o en Oxford.

Así es como a partir de Grierson deja de considerarse “anormal” que una mujer estudie en la Universidad. Este camino abierto por Cecilia lleva los sinsabores propios de la situación, conocemos la infinidad de hechos que debió soportar, solo por ser mujer y osar estudiar, y como si esto no bastara, su primera inclinación fue Clínica Quirúrgica. Ya era demasiado para la época!

No satisfecha con la práctica médica, se dedicó, además, a la creación de instituciones educativas para la formación de auxiliares de medicina y como si aún no alcanzara, al feminismo militante.

Sus avatares económicos no fueron un impedimento para continuar con sus objetivos. A partir de la adolescencia, su familia sufre una debacle económica  que la deposita en otra situación y desde muy joven comienza a trabajar para ayudar a su familia y más tarde para ayudarse a sí misma, a cursar sus estudios, trabajo que no pudo dejar mientras hacía la carrera, ya que era su único sostén.

Finalmente su especialidad fue la Obstetricia, podríamos suponer un giro frente a los aberrantes obstáculos que generaba intentar introducirse en el campo de la cirugía, donde no se olía a leguas, un perfume de mujer.

A los médicos “machos” de la época, les habrá parecido demasiado ceder un espacio más.

Aparentemente su consultorio fue concurrido, sin embargo a las mismas mujeres les era difícil renunciar a la figura masculina del médico. También intentó ingresar en el cuerpo docente de la Facultad de Medicina,(1) toda una revolución que Cecilia no pudo sobrepasar. Ese lugar fue ocupado posteriormente por María Teresa Ferrari de Gaudino, quien obtuvo el cargo de Profesora Adjunta en Clínica Obstétrica.

Cecilia sólo pudo enseñar gimnasia en la Facultad de Medicina y dictó cátedras en la Escuela de Bellas Artes y el Liceo Nacional de Señoritas, del que fue profesora fundadora en 1907.

En 1886 crea la Escuela de Enfermería y Masajistas en el Círculo Médico de Buenos Aires. Está al frente de la entidad hasta 1913. Nada le fue fácil a Grierson ya que con el tiempo llegaron a suprimirle no solo los recursos sino su salario. En ese momento ella redobla aún más sus fuerzas para continuar sosteniendo la Escuela, con un único apoyo oficial: el edificio. Aparentemente en 1906 la situación va tomando otros rumbos y la Escuela vuelve a funcionar con el apoyo público.

Fue médica agregada en el Hospital San Roque (actual Ramos Mejía)

Fomentó la Asociación de Obstetricia para apoyar la tarea de las parteras. Se desempeñó en el Patronato de la Infancia, en la Cruz Roja Internacional, en el Poder Judicial, como inspectora de la situación de madres desamparadas y de menores de edad, inspectora en el Asilo de Mujeres, fundó la Asociación  Argentina de Primeros Auxilios, de la que fue docente y la escuela Técnica de la Mujer. Ejerció también la docencia en la escuela media y creó con Ernestina López de Nelson, el primer curso de Ciencias Domésticas en el Liceo de Señoritas Nro.1.

En el marco de la Exposición Mundial de Chicago, un grupo de mujeres de distintas nacionalidades celebró el Primer Congreso Quinquenal del Consejo Internacional de Mujeres (CIM) En esa ocasión (1893) Argentina participó con la presencia de Isabel King (una de las maestras contratadas por Roca para enseñar en el país)  Para armar su presentación King recurrió a la Dra. Grierson, entre otras mujeres, quienes aportaron datos, cifras y folletos.

En el siguiente Congreso del Consejo Internacional de Mujeres (CIM) en 1889, Cecilia Grierson participó directamente representando a algunas asociaciones argentinas y volvió al país con el título de vicepresidenta honoraria, y la misión de establecer un consejo en el país.

Logró entusiasmar a mujeres de los sectores más altos de la sociedad, como es el caso de Albina Van Praet de Sala, de quienes recibió un importante apoyo hasta que las aguas comenzaron a dividirse y volvió a quedar sola con sus convicciones acerca de la igualdad jurídica de las mujeres, especialmente en su reclamo por el divorcio y por la ciudadanía política. Cada vez más sola en su reclamo por las mujeres pobres y desamparadas. Motivos por demás suficientes para que las “damas” de la época le quitaran su apoyo.

Finalmente tras su muerte, en abril de 1934, a los 75 años, Cecilia Grierson obtiene el reconocimiento por los logros y las luchas que marcaron su vida desde muy joven.

El diario La Prensa la recordaba de este modo:

había sido una precursora de la incorporación de la mujer a actividades que hasta no hace mucho tiempo le estuvieron vedadas por imperio de las costumbres o de prejuicios hondamente arraigados”

Su amigo, el socialista Ángel M. Jiménez, se refirió a Cecilia Grierson en la revista Vida Femenina como “ pioneer del movimiento femenino” y consideró que su ejemplo debía ser seguido por las nuevas generaciones “tan apegadas a la frivolidad, a los dobleces del orden social que todavía cree que la mujer es una esclava o un adorno o un instrumento de placer”.

 Su tributo estuvo a la altura de lo que se esperaba gracias al esfuerzo de notables figuras del quehacer público y de sus amistades que entendieron el escaso reconocimiento que había tenido en vida. Se armó una Comisión Especial de Homenaje entre cuyos integrantes se hallaban: Gregorio Aráoz Alfaro, Nicolás Besio Moreno, Cupertino del Campo, Elvira Rawson de Dellepiane, Elvira López, Ernestina López de Nelson, Pablo Pizzurno, Adelia Di Carlo, Berta  Wernicke, Petrona Eyle, Elina González Acha de Correa Morales, Ángel M. Jiménez y Sara Justo.

Supo hacerse fuerte  desde la edad en que otros se entregaban a los juegos de la adolescencia, pero sobrellevó las dificultades más diversas sin perder en la lucha su fe y su optimismo” Tal lo que se aseveraba en el libro especialmente editado para homenajearla bajo el título de “Doctora Cecilia Grierson. Homenaje póstumo a la memoria de una argentina ilustre”, aparecido en 1937.

 

Fuentes consultadas:

Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas. Lily Sosa de Newton

Historia de las mujeres en la Argentina. Vol.II. Dirigido por F. Gil Lozano, V. S. Pita y M. G. Ini.

Inclusión/Exclusión. Historia con mujeres. Dora Barrancos.

(1) «Entre las muchas contrariedades sufridas en mi vida debo declarar que, siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la Facultad en la sección en que la enseñanza se hace sólo para mujeres. (se refería, indudablemente, a la Escuela de Obstetricia) No era posible que a la primera mujer que tuvo la audacia de obtener en nuestro país el título de médica cirujana se le ofreciera la oportunidad de ser jefe de sala, directora de algún hospital, o se le diera un puesto de médica escolar o se le permitiera ser profesora de la universidad. Fue únicamente a causa de mi condición de mujer –según refieren oyentes y uno de los miembros de la mesa examinadora- que el jurado dio, en este concurso de competencia por examen, un extraño y único fallo: no conceder la cátadera ni a mí, ni a mi competidor… Las razones y los argumentos expuestos en esa ocasión llevarían un capítulo contra el feminismo, cuyas aspiraciones en el orden intelectual y económico he defendido siempre. Más tarde, en París, en la Clínica del Profesor Pinard, y dejando modestia aparte, me cercioré de que poseía la materia, y los elogios que me prodigaron sólo sirvieron para entristecer mi espíritu y convencerme una vez más de que a lo menos en lo que a las mujeres atañe “nadie es profeta en su tierra”. Espero sin embargo que pronto alguna colega reivindique un puesto para las mujeres médicas en la Argentina, obteniendo en la Facultad de Medicina una cátedra, una sala de enfermos en algún hospital, la dirección de un hospital para escuela modelo de enfermeros y enfermeras y un puesto dirigente en las reparticiones de educación.»
Cecilia Grierson